jueves, 27 de septiembre de 2007

Scrabble callejero

ackson Heights, en Queens, es un barrio que esconde miles de secretos y curiosidades. En la Avenida 35 con la calle 81 encontramos este letrero con esos pequeños números al pie de cada letra:
Esos números, como ya os habréis imaginado, son la puntuación real que esas letras tienen en el juego Scrabble, el juego donde hay que formar palabras a base de letras sueltas, y tratar de sumar la mayor cantidad de puntos con cada una. ¿Por qué hicieron el letrero así? Simplemente porque Alfred Mosher Butts, el inventor de ese juego, vivió en esa calle, y a alguien se le ocurrió ese original homenaje. Si a alguien le interesa la historia del Scrabble, aquí puede leer un poco.


lunes, 24 de septiembre de 2007

Asturix en Nueva York

Estamos en el año 2007 después de Jesucristo. Toda la Gran Manzana está ocupada por el American way of life... ¿Toda? ¡No! Un mesón poblado por irreductibles españoles resiste todavía y siempre al invasor.

Mesón Asturias
, en la calle 83 con Roosevelt Avenue, supuso una de las pocas excursiones que he hecho a Queens. Pese a mi eterna reticencia a visitar este barrio, la excursión mereció la pena. Mesón Asturias está a la altura de las expectativas creadas desde que me hablaron por primera vez de él.

Hablar de Mesón Asturias es hablar de Pepe, su dueño. Lleva casi 30 años en Nueva York, y es todo un personaje. Es un hombre simpático con el que es mejor no hablar de política, como bien se lo recuerdan constantemente los camareros que trabajan con él. Fijáos, si no, en la galería de fotos que tiene sobre el cuarto de baño:


Aznar, Álvarez-Cascos, George y Laura Bush, Ronald Reagan, Juan Carlos I (todas dedicadas a Pepe) y... sí, es él: Franco. No sé si os hacéis a la idea de lo que supone ver una escultura enmarcada de Franco en un restaurante de Queens. Por un momento temí que salieran cavernícolas grises del cuarto de baño.

He de decir que Pepe fue muy amable conmigo. Yo me tomé un café (delicioso, por cierto) mientras hablaba con él, que no me cobró. Pero incluso quería invitarme a cenar unos camarones con un rioja. Probablemente vaya otro día.


El restaurante, que anteriormente fue un pub irlandés (Ryan's Bar), es acogedor, y realmente sientes que estás en España, con fútbol en la tele y espectáculos de flamenco. Los precios son muy buenos, y la variedad de platos es inmensa, si bien los gringos siguen pidiendo paella y sangría allá donde ven la palabra "España" (están locos estos neoyorquinos).

La zona, principalmente latina, fue en otro tiempo el primer reducto de polacos y alemanes. La calle 82 recibió el sobrenombre de "Pequeña Quinta Avenida", pero la llegada de los latinos (no portorriqueños; éstos siempre tuvieron claro que su hogar era Brooklyn) hizo que se rebautizara como "Pequeña Colombia". No obstante, por mucho que cambie la zona, a Mesón Asturias le queda cuerda para rato.


OLI I7O

viernes, 21 de septiembre de 2007

Kapparos

Hoy es Yom-Kippur, la fiesta judía más importante del año. En el momento en que escribo esto, los judíos estarán ayunando y rezando durante 25 horas, desde el atardecer de hoy, hasta la noche de mañana. La fecha del Yom-Kippur varía cada año (según el calendario judío).

La foto que veis no corresponde al Yom-Kippur, sino al Kapparos (o Kapparot). Es la fiesta que precede al Yom-Kippur y cuya celebración tuve la oportunidad de presenciar la semana pasada. La fiesta consiste en agitar en círculos un pollo vivo sobre la cabeza (en este caso, la niña de amarillo) mientras se leen unas oraciones. Luego, el pollo es sacrificado (a la derecha veis las cajas llenas de ellos) y supuestamente es entregado a los pobres.

Yo no sabía (sé) nada de fiestas judías. A poco que he investigado, creo que es todo un mundo. Con ocasión del Kapparos, estuve hablando con el rabino, y fue muy interesante. Generalmente, el ritual se hace frente a las sinagogas o, como era el caso, en una carnicería judía (a la izquierda). Le pedí permiso para hacer la foto, y amablemente accedió.

Hay cierta polémica en cuanto al trato que reciben los pollos durante el ritual. Yo, la verdad, no vi nada que pudiera ser considerado dañino para el animal, aunque hay rituales y rituales (aviso: el vídeo no es apto para personas sensibles). Tal vez por eso, algunas variantes del Kapparos se realizan con monedas, en vez de pollos vivos.


OLI I7O

jueves, 20 de septiembre de 2007

Multiplicado

Hace unas semanas estuve en Washington DC, una ciudad donde todo el mundo se hace las mismas fotos, con los mismos encuadres, en los mismos lugares. Pero el simple trayecto desde Nueva York hasta allí hace que desees poder viajar más por este gran y variado país.
(Ojalá pudiera multiplicarme y estar en todas partes).


OLI I7O

martes, 18 de septiembre de 2007

Érase una vez en Manhattan

Antes de nada, mi pequeño homenaje cinéfilo al puente de Manhattan: un fotograma de Érase una vez en América y una foto tomada desde el mismo punto, Washington Street, en Brooklyn (mi foto, con el Empire State detrás).
Pienso que el el puente de Manhattan no tiene el protagonismo que debería tener. Situado entre el puente de Brooklyn y el de Williamsburg (y construido en 1909, después de ambos), esta obra arquitectónica consta de un nivel superior con dos carriles de coches en cada sentido (total, cuatro carriles) y un nivel inferior con tres carriles de coches (cuyos sentidos se distribuyen en función de la demanda de tráfico hacia Manhattan o hacia Brooklyn), cuatro vías de tren, un carril bici y un carril peatonal, donde el ruido hace insufrible cruzarlo, la verdad.

Precisamente creo que ahí está la clave de por qué el puente de Manhattan no es tan popular como el de Brooklyn o el de Williamsburg. Opino que, peatonalmente, los extremos de éstos son más atractivos. El de Brooklyn conecta Dumbo y Brooklyn Heights con Lower Manhattan. El de Williamsburg conecta East Village con Williamsburg (siempre fue un trasiego constante de artistas en ambas direcciones). Pero el de Manhattan conecta Canal Street con la también caótica Flatbush Avenue, por no mencionar las complejas circunvalaciones (incluso peatonales) que hay en los extremos del puente.

También le falta un poco de personalidad. Es bastante parecido al puente de Washington (que conecta Harlem con Nueva Jersey, y también le ha robado protagonismo), y ni siquiera el nombre le hace imponerse frente a los otros puentes de Nueva York.

Pero al margen de lo mucho que debe de aliviar el tráfico, el puente de Manhattan lleva cien años allí, y yo no puedo concebir esta ciudad sin él.


OLI I7O

PD: Al final no fui. Una lástima.

lunes, 17 de septiembre de 2007

Book-lyn

Ayer domingo se celebró por segundo año la Feria del Libro de Brooklyn. Esta feria, recién nacida, aún no está a la altura de, por ejemplo, la Feria del Libro de Madrid, pero siempre hay que estar atento a cualquier iniciativa que surja en Nueva York. Para darle un empujoncito inicial, el escritor Paul Auster fue el encargado de inaugurar el evento, la noche anterior.
Había muy pocas casetas, y, más que por editoriales, estaban distribuidas por autores, con lo cual veías cien libros idénticos en cada caseta, sepultando al autor en cuestión, que de vez en cuando lograba sacar el brazo para firmar algún ejemplar. Había, eso sí, bastantes casetas dedicadas a libros religiosos y de autoayuda ("¡Pardiez! ¡Con la dianética hemos topado!")

Lo que sí que pude advertir es un gran interés por parte del público. Apenas había turistas (aunque así viene siendo últimamente en toda Nueva York), había largas colas en la caseta de información y la gente asistía a las lecturas de poesía. Se notaba un extraño vaivén de personas con ganas de exprimir el poco verano que queda. Porque aquí ya empieza a verse el Nueva York de gabardinas largas y hojas secas, de rayos de sol a cuentagotas y piedras en las calles, y la gente ya está guardando en el altillo de los armarios la energía que alimenta cada verano esta ciudad.


OLI I7O

viernes, 14 de septiembre de 2007

La tumba de James Leeson

Lo sé, lo sé. Diréis que pese a ser necrófobo, ya he dedicado un par de entradas a la muerte. Sin embargo, lo que hay detrás de esta historia me ha fascinado de tal forma que no podía dejar de contároslo.
En el cementerio de Trinity Church, en pleno Broadway con Wall Street, hay una curiosa lápida que encierra un pequeño misterio. Se trata de la tumba de James Leeson. Leeson era masón, como bien atestiguan algunos iconos tallados en su propia lápida. No obstante, antes de entrar de lleno en el misterio que encierra esa tumba, quería hacer una pequeña introducción histórica a la masonería.


La masonería

Aunque no se sabe exactamente en qué punto histórico nació la masonería, sus ideales se basan claramente en el racionalismo ilustrado. Los masones eran partidarios de la libertad, la igualdad y, sobre todo, la razón. De ahí que su imagen de dios creador fuera la de un matemático, un arquitecto, y un racionalista.

Pronto se empaparon del esoterismo de gente como los caballeros templarios o los rosacruces. Sus formas y ritos favorecieron el anonimato de los masones, dado que se oponían a los regímenes absolutistas que surgieron tras el fracaso de la Revolución Francesa: primero, la llamada Restauración, y tiempo después, los fascismos del siglo XX (nazismo, franquismo...).

Esta clandestinidad, además, les hizo desarrollar sus propios códigos criptológicos, y, pese a que muchos de ellos fueron víctimas de los regímenes a los que se opusieron, con el tiempo han logrado mantener sus propias vías de comunicación. Aquí tenéis una lista de masones ilustres a lo largo de la historia.

No obstante, también hay ejemplos de logias masónicas que se han aprovechado de ese oscurantismo para auspiciar auténticos crímenes y delitos financieros, como la logia italiana P2 (fundada por Licio Gelli) que incluía miembros del mismísimo Vaticano y personalidades políticas de latinoamérica.

Y para terminar, añadir que Franco, siendo muy joven, intentó ser miembro de la logia masónica (como ya lo eran su padre, hermanos, amigos, etc...), pero debieron ver algo en él, y no le aceptaron. No me extraña que los masones estuvieran entre sus principales objetivos (junto con los judíos, los homosexuales y los comunistas).


La tumba

En la tumba de James Leeson hay unos extraños símbolos esculpidos en la parte superior. En esta foto, a la que he subido el contraste, podéis verlos mejor:
Estos símbolos, si los aislamos para estudiarlos, quedarían de esta forma:
¿Eran una broma del señor Leeson, o por el contrario hay un mensaje encriptado, nunca mejor dicho, tras ellos?

Casi un siglo después, en 1889, la revista Trinity Record (el panfleto de la propia iglesia) anunció que había descifrado la clave. Si alguno de vosotros le apetece intentar descubrirlo, puede hacerlo. Tenéis la solución pinchando sobre este logo masónico.


OLI I7O

miércoles, 12 de septiembre de 2007

Hostia-Kit

Ya he contado alguna vez que ir a misa en Nueva York puede ser una experiencia inolvidable. No importa si vas a una misa católica romana, protestante, o si simplemente te detienes a escuchar a algún predicador callejero: tras esta experiencia, tu relación con el mundo espiritual y divino no será la misma.

Algo así creo que debió de ocurrirle a nuestra vecina Elena la última vez que vino a Nueva York, cuando la llevé a una iglesia baptista de Brooklyn (y eso que ella ha visto mundo). Los protestantes tienen sus propias reglas, y si rechazan los sacramentos... ¡no pasa nada! Se inventan los suyos propios. Y claro, comulgar es cool y da vidilla a cualquier ceremonia religiosa, pero hacerlo sería una concesión ideológica que no pueden permitirse.

Así pues, ¿cómo se puede comulgar sin dejar de ser protestante? Señoras y señores, os presento el Hostia-Kit.
Sí, estáis viendo bien. El Hostia-Kit es un pequeño recipiente con vino y una mini-hostia en la tapa, que aquel día repartieron en medio de una pomposa liturgia. En un momento dado, se inventaron una plegaria de bendición para que la gente la tomase; verlo para creerlo.

La religión en Estados Unidos me sigue proporcionando sorpresas (y material para contaros), pero creo que esto será difícil de superar. Espero.


OLI I7O

martes, 11 de septiembre de 2007

Martes

Hoy no solamente es 11 de septiembre. Es martes, 11 de septiembre, lo cual marca una pequeña diferencia con los anteriores aniversarios de esta famosa fecha. Y es que, al igual que en 2001, este año el 11-S vuelve a caer en martes.
"¿Dónde estabas tú el 11-S?", se ha convertido en una pregunta habitual en nuestra cultura. Casi todos en España estábamos comiendo, o a punto de comer. Yo, preparaba un examen de final de carrera, pero la onda expansiva me impidió concentrarme el resto de la convocatoria de septiembre. En diciembre, cuando todavía humeaba la zona cero, pude aprobar alguna que otra asignatura más.

Hoy, paseando por el WTC, la tragedia se sentía tan cercana como si hubiera tenido lugar ayer. Las reacciones eran similares a las de entonces, con la excepción de algunas voces que pedían la retirada de las tropas estadounidenses en Irak.

Aún no entiendo eso de llamar héroes a los que les tocó morir ese día. Nunca he entendido esa condescendencia. Para mí, un héroe es alguien que consigue algo a nivel individual o social, independientemente de si es a cambio de su propia vida. Pero esta gente (tanto los cuerpos de seguridad como los ciudadanos de a pie), no consiguieron nada con su vida. Probablemente a sus familias les reconfortará ligeramente pensar que sus fallecidos son considerados héroes, pero para mí, el mismo martes, años después, todo esto me sigue pareciendo una locura.


OLI I7O

viernes, 7 de septiembre de 2007

Viaje al Oeste (3): Visiones

Visiones curiosas, horrendas, estrambóticas, hermosas... Hubo de todo durante el viaje. Aquí os cuento una selección, en orden no necesariamente cronológico.

La primera imagen, una de mis favoritas, vino por casualidad. Había un incendio al otro lado del Gran Cañón, y un fotógrafo situado delante de mí se agachó un momento para coger unas cosas de su bolsa. Me pareció divertido este encuadre, y disparé.

La imagen que probablemente tardaré más en olvidar se produjo en Boron, un pueblo fantasma casi en la frontera con Nevada. Allí, todo es decadencia: no había ni un alma por la calle y todos los locales, que me hicieron intuir tiempos mejores para ese pueblo, estaban cerrados permanentemente (con carteles de "Se Vende" por si alguien pica y decide revivirlo). Durante el tiempo que estuvimos en Boron, sólo pasó un niño en bicicleta (al fondo de la acera en la foto izquierda). Os podéis imaginar el chirrido de los pedales como único sonido en todo el pueblo. Fijáos en la estación meteorológica de Boron (derecha):
En Las Vegas tuve dos visiones: la visión más horrenda, de una marquesina que deja todo lo que yo consideraba hortera como algo aceptable para mi gusto, y el Flamingo, un hotel-casino que había visto en mil películas, y que, a mi parecer, tiene algo que lo hace estéticamente soportable y distinto a los demás, con un toque más clásico.
Yo sabía que el negocio principal de Las Vegas era el juego, pero no sabía hasta qué punto: las bebidas alcohólicas son gratis, siempre que estés jugando. Sólo tienes que pedirle lo que quieras a la camarera, que ella te lo trae sin cargo alguno. Repito, siempre que estés jugando.

Otra visión inolvidable fue la de la prisión de Alcatraz, en San Francisco. Desde la distancia, la isla es un peñón desafiante a toda persona que la observa desde la orilla. El ambiguo final de La Fuga de Alcatraz es aún más impactante cuando ves lo lejos que está la isla.

Para terminar lo que fueron las visiones de esta ciudad, desde Marina District, me quedo con el atardecer en el puente Golden Gate.
Última visión de esta crónica: el General Sherman, el árbol más grande (no en altura, sino en volumen, y sigue creciendo) del mundo. Se encuentra, por supuesto, en Sequoia Valley. Impresiona, sí, pero casi me impresionó más cuando la semana anterior estuve en el Jardín Botánico de Brooklyn y pude ver un bonsai de secuoya. Eso fue algo totalmente inesperado. Aquí tenéis las fotos: las secuoyas más pequeña y grande del mundo, probablemente.
Aquí acaba la crónica de lo que fue nuestro viaje por el oeste de Estados Unidos. Ni los perfiles, ni los caminos, ni las visiones hubieran sido lo mismo de no haber tenido a mi lado a Ana, la mejor compañía posible en toda esta aventura. Cierro aquí mi primera etapa y volveré a las habituales crónicas de esta Maldita Gran Manzana. Hay mucho por contar todavía.


OLI I7O

lunes, 3 de septiembre de 2007

Viaje al Oeste (2): Caminos

En un viaje, tan importantes como las escalas son los trayectos entre ellas. En total, fueron 1700 millas (unos 2700 kilómetros) por las que Ana condujo nuestro flamante Chrysler PT Cruiser de alquiler (cómo me gusta ese coche, muy "Nueva York, años 30"). Yo soy bueno con los mapas, y ella es muy buena al volante.
En apenas tres estados que atravesamos, pudimos ver gran variedad de paisajes. California es el estado más hermoso y mejor aprovechado del país: donde no hay cultivos o ciudades, hay parques naturales, como el de Yosemite o Sequoia Valley. Allí todo el suelo produce dinero.
En San Francisco, como ya dije, las calles son tan empinadas que en ocasiones el estómago se te revuelve, por ejemplo, cuando vas conduciendo y el coche que hay delante de ti desaparece literalmente (para enterarte, dos segundos después, que hay una cuesta que ni siquiera a pie nos atreveríamos a bajar). Fijáos en cómo aparcan los coches: todos con la rueda delantera en oblicuo. Otra gran experiencia fue atravesar el puente Golden Gate.
Nevada es otra historia. Es un inmenso desierto, con carreteras tan largas e interminables que acabarían con la paciencia de cualquier conductor. Pero claro, los americanos han inventado sistemas para reducir esa sensación de infinitud (y consecuente modorra), colocando frases de seguridad vial a lo largo de los trayectos, divididas en sucesivos carteles, que te mantienen con la curiosidad durante el espacio en que transcurren.

En Arizona se encuentra muy bien conservado un tramo de la antigua Ruta 66, la famosa carretera que partía de Chicago hasta California (¿recordáis Cars?). Yo pensaba que estaría más trillada de turistas, pero no es así. Realmente está bastante abandonada, y tan sólo en Williams (y en Flagstaff) es posible encontrar restaurantes y alojamiento decente. Estos puntos de La Ruta 66 no son turísticos per se, sino porque lindan con el Gran Cañón. Aquí os dejo unas fotos de la Ruta 66: solitaria, con un motel de carretera, y a su paso por Williams (un pueblo con bastante vidilla, por cierto):
Recorrer largos caminos siempre tiene algo de viaje iniciático. En mi caso, yo ya sabía que esas millas me estaban llevando a una nueva etapa de mi vida. Ha sido el mejor road-trip de mi vida, y si hubiésemos podido, hubiéramos conducido hasta Nueva York. Pero tuvimos que dejarlo en Phoenix porque se necesitan semanas enteras para atravesar el país de costa a costa. En el próximo capítulo hablaré de algunas visiones. Visiones, sin más.


OLI I7O