sábado, 28 de abril de 2007

¡Qué viva el arte!

Hoy, en el curro de la galería de arte de Chelsea, me ha enganchado David y me dice: "¡Vente, que en la galería de al lado dan comida gratis!" "¿Cóoomoooor?" Da igual, allá vamos.

Salimos y bordeamos la manzana por el correccional de mujeres (un poco anacrónico en ese barrio, la verdad) hasta llegar a la otra galería. Mientras tanto, me cuenta el concepto: es una instalación de una escultura social (esa misma cara puse yo), consistente en dos enormes ollas con arroz y pollo con verduras, cada uno sobre un camping-gas encendido. Tú llegabas, cogías un cachumbo de corcho y te ponías lo que querías. Y estaba bueno, oiga.

El artista, un japonés con pelo largo y gafas de cristales rojos, estaba ahí, y David y yo comíamos con cara de performance. Había una mujer que le hacía una entrevista, y otro chico, japonés también, grababa todo con una Super-8. Supongo que para incluirlos en los extras del DVD.

Ya en serio, la instalación pretendía hacer sentir al visitante que se encontraba en un comedor social, y doy fe de que lo conseguía. Ha sido bastante curioso, la verdad; los chelseítas se lo deben pasar en grande con estas cosas.


OLI I7O

viernes, 27 de abril de 2007

Imagínate un mundo real

El domingo pasado atravesé otra de esas puertas de Manhattan que conducen a sitios inesperados. En una taquería de Lafayette, si miras hacia el lado contrario donde está el mostrador, descubrirás que al fondo, entre la penumbra, hay un señor de negro sentado en un taburete frente a una puerta de metal. Este señor es el portero de un local al que sólo se puede entrar con reserva (o si eres amigo de la camarera, como era el caso en esta ocasión).

Si traspasas esa puerta, bajarás por una escalera de servicio y llegarás a la cocina de otro restaurante que está en la misma manzana. Atraviesas la cocina, un poco como "Matrix Reloaded", mientras saludas a los cocineros, y giras hacia la izquierda y...

Un enorme bar preciosamente decorado con motivos aztecas, con muchísimo ambiente, de oscuridad cálida y acogedora, con buena música (¡sonó "Charmless man", de Blur!, hacía siglos que no la oía) y a buen volumen para hablar. Cuando llegó la hora de marchar, durante un segundo, no me apeteció subir al mundo real, pero qué suerte tengo de que mi mundo real parezca casi imaginario.


OLI I7O

miércoles, 25 de abril de 2007

Galería de personajes

En el curro de la galería hay unos personajes que han dado algunas situaciones realmente divertidas:

Jerry. Es el que controla el tema de las nóminas y los pagos. Y yo me pregunto, ¿por qué cuando entras a un curro y te presentan a este cargo siempre te dicen: "Ya sabes... Llévate bien con él"? No falla.

Kris. Mi jefe, un gran tipo. Hoy ha venido enfermo, pero poco a poco se ha ido mejorando hasta el punto de que ha usado su irónico humor contra mí, de buen rollo (claro), y le digo: "¡Qué bien! Ya veo que estás curado porque estás gastando bromas!" Y él me dice: "No era una brooomaaa". Es un crack.

Sofia. Hoy me he partido el culo. Estaba lavándome las manos en el baño y se entra ella. Me dice: "Pablo, I'm desperate!" Entiendo que me dice que está desesperada, y que quiere que le haga un favor ahí mismo. Me dispongo a rasgarle la blusa cuando de repente cruza las piernas y me dice con cara lastimera: "Pleeeeeassssseeee!" Y me detengo, menos mal. Resulta que "I'm desperate" significa "Es urgente, déjame usar el baño". Ah, vale... Me salgo partiéndome de risa.

Lea. Una chica un poco rara, la verdad (espero que no lo lea, jeje). Se te queda mirando con ojos como platos cuando pasas a su lado. Tiene a su cargo a Olga, la perrita, que se altera si le haces "Prrrrrrrr" y se pone a perseguirse su propio rabo. Estos perros...

Steve. El director de la galería. Un tío que cuando se cruza conmigo se ríe como si hubiéramos cerrado un negocio que nos fuera a hacer millonarios. Y yo, claro, le río la gracia, que para eso es el jefe.

Hay más, y más de uno promete, pero de momento lo dejo aquí, que son demasiadas emociones juntas.


OLI I7O

domingo, 22 de abril de 2007

¿Y qué te pareció Nueva York?

Muchas son las veces al día en que se me estruja el estómago de puro vértigo, y pienso: "¡Buff! ¡Estoy en Nueva York!" Generalmente son imágenes estúpidas, que probablemente no tendría por qué destacarlas, pero que son las que más me llegan.

Marcy Playground. En la esquina de Marcy Avenue con Myrtle Avenue, en pleno Brooklyn, se encuentra un pequeño parque donde puedes ver de un vistazo a los típicos negros cachas jugando al basket, sin camiseta, con un loro a toda potencia en el que suena música rap. Al lado, unas niñas juegan blandiendo dos combas a la vez, como en las películas.

La acera. Acostumbrado a que en España las aceras estén enlosadas, una de las cuestiones que me planteaba antes de venir, era cómo serían las aceras. Son enormes planchas de cemento (de un metro y medio por dos metros, más o menos) puestas sucesivamente.

Mi cama. La miro, ahí, tan gigantesca, sobre el suelo de parqué, y pienso que por el alquiler que pago, ni de coña encontraría una habitación así en Madrid, de unos 4x5 metros, con vistas al cielo y románticas ventanas que pronto albergarán alguna planta. Prometo poner fotos.

El supermercado. También prometo una entrada aparte.

Los autobuses escolares amarillos. Es una chorrada, pero la primera vez que ví uno, tomando un café en Amsterdam Avenue con la calle 135, me dí cuenta de que esos autobuses no se ven en España. Lo que pasa es que Los Simpsons, a través de Otto, han logrado que parezca algo habitual en nuestra vida. Pero verlos me sigue pareciendo encantador.

Los agentes de tráfico. En especial, me flipan los que se ponen a la salida del colegio para que los niños crucen la calzada con seguridad.

La lluvia. Preguntábais que qué Nueva York estoy viendo: el de Woody Allen o el de Spike Lee. Bueno, hasta ayer mismo, he vivido bastante en el Nueva York de Godzilla, de lluvia incesante, aguda. Pero ayer empezó (parece ser que de verdad de la buena) el calor, y la ciudad se ha transformado. ¡Esta no es mi Nueva York, que me la han cambiao!

Las noticias que llegan. Por ejemplo, ésta, que cuenta cómo estos días se ha avistado una ballena desorientada por la bahía de Nueva York. A ver si consigo verla uno de estos días (si está viva, que de momento lo ignoro)

Y, bueno, no quiero extenderme mucho, que ya llevo varias entradas muy largas y ya no me leo ni yo mismo (es cierto, agh), pero probablemente estas serán el tipo de cosas que cuente a la gente cuando vuelva.


OLI I7O

sábado, 21 de abril de 2007

Pensamientos inc os onex

Los americanos se llevan las manos a la cabeza tras los sucesos de Virginia. De entre toda la diarrea mediática que nos ha caído estos días, en el Daily News del pasado miércoles 18, ahí, sepultado bajo decenas de morbosas fotos, leí un artículo que me suscitó varias ideas.

En el artículo, David Hinckley analiza la delicada diferencia entre la genialidad creativa y la locura, basándose en unos informes de la psicóloga Joy Browne, que, además de ser la psicóloga más famosa de norteamerica, conduce un programa de radio nacional de gran éxito.

La doctora Browne afirma que es casi imposible saber, a raíz de unos escritos, si estamos ante un genio o un psicópata. Plasmar la agresividad en palabras puede aplacarla (en el primer caso) o acentuarla (en el segundo), algo que me recuerda ligeramente a lo que decía Erich Fromm en "El Arte de Amar": que el desamor puede desembocar en un círculo vicioso de rencor y odio, o, bien canalizado, en una obra de arte.

También afirma que una persona que anuncia que "se va a suicidar" es menos probable que lo haga que otra que diga, por ejemplo, que "se va a suicidar el martes por la noche bebiendo lejía". Cuando una persona hila una serie de pensamientos aparentemente inconexos, es porque ha fraguado alguna idea en su subconsciente, que el psicólogo tendrá que descifrar.

La gran polémica en Estados Unidos es si resulta fácil el acceso a las armas. Si bien existen las tiendas oficiales de armas, también existen otras, que son clandestinas e itinerantes, y que venden armas marcadas. Para muchos americanos, éste es el principal problema. Estas tiendas suelen ir entre los estados cuya ley estatal (no la federal, que engloba a todos los estados) es más permisiva con el uso de armas, así como con otros aspectos como la pena de muerte, etc... Ejemplos de estos estados: Carolina del Norte, Texas, Delaware o Virginia.

En Nueva York, según parece, no resulta fácil conseguir un arma, sobre todo porque es más seguro hacerlo en alguno de esos estados. Eso sí, como prueba de que Nueva York es la ciudad de las reglas rotas, el siguiente anuncio (visto hoy en el metro) ofrece un trabajo de guardia de seguridad en el que te pagan entre 18 y 25 dólares la hora si es con arma. El anuncio añade: "no es necesaria experiencia".


Un colega del curro me comenta que él estuvo un tiempo viviendo en Carolina del Norte, y que te cruzabas por la calle con gente con armas. Y decía que precisamente porque todo el mundo pudiera tener una, todo el mundo estaría en igualdad de condiciones, algo que yo personalmente dudo, ya que el que recibe la bala no está en igualdad de condiciones que el que la dispara.

Este colega mencionó que después de Irak, se supone que Estados Unidos iría a por Corea del Norte. Pero, claro, resulta que ellos tienen armas nucleares, y entonces Estados Unidos achanta y decide ir a por otro país (Irán), antes de que también se arme con bombas atómicas. Estados Unidos, por cierto, que tanto persigue a los que desarrollan armas nucleares, ha sido el único país que las ha usado contra la población.

La lección lógica que está aprendiendo el mundo es que si tienes armas nucleares (como Corea del Norte), Estados Unidos no irá a por ti. Si no las tienes (como Irak), y da la casualidad de que tienes petróleo, vas listo. ¿No es coherente que Irán, un país civilizado y con cierto nivel de vida se quiera armar antes de que quieran ir a por ellos?

Tal vez los pensamientos del asesino de Virginia eran inconexos, y tal vez sólo pudo conectarlos al final, con una de sus propias balas, pero entiendo la frustración que pudo llevarle a hacer aquello.


OLI I7O

jueves, 19 de abril de 2007

El círculo se cierra

Hay un grave inconveniente en esta ciudad. Hay poquísimas papeleras. He llegado a caminar con un chicle en la mano desde mi casa al metro (un paseo de unas tres manzanas) al no encontrar ningún sitio donde tirarlo. Así que, claro, miras al suelo, y parece un campo de minas con tantos chicles pisoteados que nunca desaparecerán. Yo, por ejemplo, tengo localizadas varias papeleras en la ciudad para cuando tengo que tirar algo. En España controlaba dónde había fuentes para beber agua, y aquí controlo dónde hay papeleras. Qué neoyorquino todo.

No obstante, me he dado cuenta de por qué hay tan pocas papeleras: todo obedece al sentido práctico que tienen los americanos. ¿Por qué poner papeleras cuando es mucho más práctico tirar la basura al suelo? ¡Claro, era eso! ¿Y por qué, cuando se lavan los dientes, dejan el grifo abierto? Porque, lógicamente, es mucho más práctico no tener que cerrarlo y volverlo a abrir después para enjuagarse. Lógico, ¿no?

Y también me pregunto: ¿por qué utilizan dos bolsas para llenarte la compra en el supermercado, tal vez porque así sea más práctico? Nooo... porque podría ocurrir que se rompiese la bolsa cruzando la calle, provocando una estampida de manzanas en el momento justo en que viniese un coche y del frenazo te provocaría un susto suficiente como para pedir indemnización al coche y al supermercado que te vendió una bolsa defectuosa. (Por cierto, prometo una entrada dedicada exclusivamente a mi supermercado. Es la bomba)

Claro, en este país no hay seguridad social, pero puedes pagarte un hospital con la indemnizacion recibida por un pequeño accidente. Las tiendas, por ejemplo, tienen un sótano cuya entrada es un hueco en la calle del cual desciende la escalera. Me contaron el caso de un señor que montó un restaurante a los diez meses de caerse por una de esas escaleras. Así, no es de extrañar que hasta para venderte un cubo te avisen con una pegatina de que puede ser peligroso que anden los bebés cerca.

Esto me lleva a volver a acordarme de que este país es el país de las contradicciones. Sé que empiezo a sonar repetititivo, pero cada vez encuentro más ejemplos que lo ilustran. ¿Cómo puede ser, si no, que los fumadores estén tan perseguidos y en todos los restaurantes de cierto nivel te regalen una caja de cerillas? ¿Para qué se supone que las regalan, para que hagamos casitas con ellas?

Los fumadores están realmente acosados aquí. Los anuncios antitabaco son impresionantes, como éste, que me parece espectacular. No sé qué van a hacer los fumadores; supongo que tendrán que pasarse a los chicles, que no sólo ayudan a dejar de fumar, sino que también me ayudan a cerrar el círculo de esta entrada.


OLI I7O

domingo, 15 de abril de 2007

Lo más de lo más

El pasado martes fue uno de los días más raros del año. En un momento, pasábamos del frío más gélido al calor más bochornoso. Yo andaba frente a Macy's, que es el Corte Inglés más grande del mundo, y reparé de nuevo en el Empire State, el edificio más alto de Nueva York.

Cogí la cámara lo más rápido que pude, y traté de hacerme una foto con el edificio detrás. Es una de las fotos más impresionantes que uno puede hacerse en Nueva York, pero probablemente también la más difícil, porque tenemos que enfocarnos desde lo más contrapicado posible.


Probablemente es la foto que más intentos ha necesitado hasta que me ha convencido. En cada intento, me sentía el hombre más estúpido del mundo, porque la gente podría pensar: "¿Para qué querrá tanta foto?" Entonces, un mendigo, que el pobre debía de ser el más desgraciado de todo el país, se me acercó y me dijo: "Pero tontolaba ("beanfool", creo que dijo), ¿por qué no compras una postal?"

Aquella fue la idea más inteligente que me han dicho en todo este tiempo. Así que me fui a la tienda más cercana y había varios expositores con postales. Tenían la oferta más tentadora de todo el mercado postal: veinte postales por un dólar.

Saqué mi cartera, probablemente la que más me ha durado en la vida (siempre se me descuajaringan) y le pagué el dólar más rentable de mi vida. Eso sí, la calidad de las postales era lo peor de lo peor.


OLI I7O

jueves, 12 de abril de 2007

La chica de la discoteca

Estás en una discoteca. De repente, ves a la chica más guapa de todo el local. Ella parece una bola de discoteca porque nadie puede evitar que le salpique su destello. Te acercas a ella, pero no sabes qué decirle... ¿Le entras a saco, a ver si tienes suerte?

Anoche estuve en Lower Manhattan. En una de sus calles, existe una puerta de madera que si la atraviesas, viajas a otro país: Argentina. Se trata de un pequeño local de tangos tan auténtico que no necesita aparentarlo con fotos de Gardel en las paredes, o camareros de etiqueta. No hay una escenografía encantadora. Sólo hay espacio para sentarse en unas mesas con velas, y espacio para bailar.

Las mujeres que bailan tango entran al local con sus zapatos de calle, para luego cambiarlos por los de tacón en el momento de salir a bailar. De entre la gente que me presentaron, creo que sólo había una americana. El resto eran de Argentina, además de dos japonesas que eran bailarinas profesionales y que lo cierto es que bailaban mejor que nadie, a mi escaso entender.

El tango comparte una característica muy importante con los bailes latinos populares, como la salsa o el merengue. Además de que el hombre sea el que lleve a la mujer, éste le marca los pasos con sutiles movimientos con el cuerpo. Es tan inspirador que no me costó demasiado superar el ridículo de profanar la pista de baile con un par de tristes pasos que me marqué. El tango me pareció bastante asequible de aprender, la verdad (que no digo fácil).

Entre tango y tango, suena una música de medio minuto para que la gente cambie de pareja y siga bailando. Así, milonga tras milonga, pasé una noche deliciosa. No podía dejar de mirar cómo bailaba la gente.

Nueva York es la chica más guapa de la discoteca, a la que no le puedes entrar a saco. Tienes que tantearla, alejarte, volver a acercarte, cruzar cuatro frases... Hasta que pasa el tiempo y te das cuenta de que, poco a poco, ha sido ella la que te ha enamorado a ti.


OLI I7O

martes, 10 de abril de 2007

Velada cultureta

Si dije en otra entrada que la mayor parte del entretenimiento está planteado para los turistas, me refería al mainstream, claro. Por supuesto que existe cultura para los neoyorquinos (y no me refiero sólo al off-off-Broadway, que está perfectamente registrado en el Time Out), pero hay muchas cosas interesantes que tienes que buscarlas con lupa, porque muchas veces, los Spidermans no dejan ver las ofertas tan interesantes que hay en la ciudad que, permitidme el tópico, nunca duerme.

El viernes pasado tuve la oportunidad de asistir a un acto cultureta de ésos a los que tanto me gustan. Fui al Bowery Poetry Club (308, Bowery st), un café-teatro-bar que ni está en Chinatown, ni en East Village, ni en Nolita; más bien en todos ellos a la vez. Fui con mi amiga Ivanova, a la que llamo amiga, entre otras cosas, porque es amiga de Julio (aquel al que ya llamo amigo porque lo es) y porque eso la convierte automáticamente en mi amiga.

El acto en cuestión era una especie de recital con monólogos, música en vivo, performances, etc, en favor de una pequeña tienda de comida ecológica local amenazada financieramente por la apertura enfrente mismo de un monumental Whole Foods, que son una cadena de comidas pre-preparadas y post-preparadas que al parecer a los ecologistas les producen arcadas.

Tengo que decir que me lo pasé estupendamente. El local estaba muy oscuro, y por eso las fotos salen así (tras arreglarlas un poco, incluso), pero me sirven para describiros el espectáculo que ví.


  • Foto 1. Los presentadores. El tío hablaba tan deprisa que hasta la presentadora le costaba seguirle.
  • Foto 2. El primer número de la noche. Un espectáculo lésbico-metafísico (ya las veis con sus máscaras sadomaso de lana) que me hizo plantearme si estaba en el lugar correcto.
  • Foto 3. El momento más friki de la noche. A golpe de mandolina y pandereta, tres encantadoras niñas cantaban una canción infantil siguiendo la letra del libro. Pensaba que era una broma, y que luego vendría una parodia, o algo. Pero no. Iban en serio.
  • Foto 4. Los White Stripes bastardos. Tal cual. Batería y guitarra. Ella y él. Si no hubiera sido por los gorgoritos de ella, lo mismo hasta los busco por imiul.
  • Foto 5. El monólogo. Esta tía fue genial. Se quejaba de su escasa vida sexual desde que abrieron el Whole Foods de delante de la tienda. Todo muy hilado sutilmente, la verdad.
  • Foto 6. La otra actuación. El presentador a la guitarra, una de las niñitas a la batería (cómo le pegaba, la criaja) y otra pasando diapositivas que ilustraban la letra. Divertidísimo.
  • Foto 7. La pianista salá. Fue lo mejor de la noche; una pianista que cantaba unas canciones divertidísimas, con un encanto y una inocencia que cualquiera le habría pedido matrimonio.
Es cuestión de buscar, de preguntar, de mirar los carteles fotocopiados que pegan en las farolas, hasta encontrar algo que te llame la atención. Y ahora que se acerca el buen tiempo, según parece, esta ciudad pega un cambio drástico y toda la gente se echa a la calle a hacer teatrillos, conciertos callejeros y a tomar cafés. Qué ganas tengo de ver todo eso.


OLI I7O

domingo, 8 de abril de 2007

Metafóricamente hablando

Es la hora de cenar, y tienes hambre. Y, precisamente, te apetece pizza. No te apetece un sandwich, o una tortilla francesa, no. Pizza. Así que rebuscas en el cajón de la cocina hasta que encuentras aquel folleto que se coló entre el manojo de facturas cuando comprobaste la correspondencia la semana pasada.

Lo encuentras, y llamas:

"Telepizza, ¿en qué puedo ayudarle?"
"Sí, buenas... Quería una pizza de atún y bacon con cebolla y alcaparras"
"Muy bien, ¿alguna otra cosa más?"
"Sí, ¿pueden poner la cebolla sólo en una mitad de la pizza?"
"Cómo no. ¿Alguna otra cosa más?"
"No, gracias"
"¿A nombre de quién, por favor?"

Ya entiendo muchas cosas de Nueva York.


OLI I7O

viernes, 6 de abril de 2007

(Des)montando mitos (1)

Llevo muy poco tiempo en esta ciudad. Sé que muchas de las cosas que digo son muy cuestionables, porque aún estoy rascando la primera capa de pintura de Nueva York. Pero tal vez esa frescura al evaluar las cosas podría verse amenazada conforme el paso del tiempo dé lugar al tedio, si es que ese momento llega algún día, así que voy a aprovechar, que nunca se sabe.

El caso es que he podido estudiar algunos mitos que me gustaría diseccionar poco a poco. ¿Verdaderos o falsos? (Esto parece el programa Mythbusters, del Discovery Channel)

  • La coca-cola no sabe igual. Falso. La coca-cola es coca-cola en todas partes.
  • Lo español está de moda. Falso. No sé hasta qué punto a los americanos le interesa lo español. Ellos distinguen entre hispanos y europeos, y Almodóvar es un director europeo.
  • El humo de las alcantarillas es por el frío. Falso. Es la energía (no el resultado) que se utiliza para activar las máquinas que calientan o enfrían ciertos lugares. Una pequeña fuga en las tuberías que las conducen provocan esos torrentes de humo. Aquí lo cuenta. Por cierto, el olor de ese humo es parecido a la goma de neumáticos.
  • Es más fácil entrar a un avión sin billete, que a una discoteca siendo menor. Verdadero. Conozco casos recientes.
  • Los americanos tienen banderas por todos lados. Falso, al menos en Nueva York. Eso sí, la de Grand Central Terminal vale por todas.
  • El metro está lleno de ratas. Verdadero, pero la verdad es que es muy entretenido verlas comisquear lo que pillan. Prefiero eso al Canal Metro Madrid.
  • El café es una mierda. Mmm... Falso. Hay café rico, lo que pasa es que no tienen cultura de café. Lo tratan como un helado, echándole azúcar, crema... y no son capaces de hacerse un buen café con los mismos ingredientes que los españoles.
  • Fríen las cosas con mantequilla. Falso. Gracias a la marca Goya (que creen que es española), cada vez más, utilizan aceite para la sartén. El precio del aceite no es tan extremo como me decían antes de venir.
  • Los americanos son muy obesos. Verdadero, pero no en Nueva York, donde a simple vista aún se controlan bastante (si bien creo que Chinatown baja la media). Según parece, la obesidad ha aumentado espectacularmente en los últimos veinte años.
De momento, estos son los mitos que se me han ocurrido para comentar. Probablemente haya una segunda entrega con alguna sugerencia vuestra, que ya me apunto en la lista.

Y, para terminar, y porque hace tiempo que no pongo una foto (y el blog se queda soso), aquí os dejo una imagen de Washington Square, una plaza curiosa por muchos motivos. Al margen de los motivos históricos, yo tengo mis propias razones para considerar especial esta plaza.


La foto está hecha a las 7:00 de la mañana, y por eso no había nadie (tanto, que tuve que darle al modo automático de la cámara), pero esta plaza siempre está a rebosar de gente, niños jugando al frisbee, parejitas, hippies tocando la guitarra, ancianos jugando al ajedrez, zona canina, zona infantil, una zona apartada de paseo... todo concentrado en muy pocos metros. Es como uno de esos jardines que dibujábamos de pequeños donde nos tenía que caber todo en un folio. Además, tiene una fuente que todavía está apagada, pero que tengo entendido que le da mucha vidilla. Habrá que esperar un poco para verla, porque hoy incluso ha nevado durante un rato.


OLI I7O

miércoles, 4 de abril de 2007

New Yorkleans

Creo que acabo de conseguir poner palabras a una idea que rondaba por mi cabeza desde hace tiempo. Se trata de la sensación de tercer mundo (sé que la cursiva me delata) que hay aquí, en Estados Unidos. Al menos, esa sensación me quedó la primera vez que vine aquí, allá por 2001, y que ahora se ve reforzada.

Tengo dos motivos para considerarlo. El primero, es la cultura. La gente que va al cine, al teatro, o que simplemente está al día con lo que se mueve en la ciudad y en el mundo, me da que es muy poca. Y yo, me encuentro entre ellos. Primero, porque el cine, el teatro está por los aires. Segundo, porque la televisión es una mierda (ni siquiera la televisión por cable; ya me encargaré algún día de desmontar algunos mitos). Y tercero, porque la mayor parte del entretenimiento está planteado para los turistas.

No hay forma de enterarse de lo que pasa en el mundo. Las últimas breaking news de la Fox han sido que Anna Nicole Smith murió por una sobredosis involuntaria. La Fox, por cierto, es uno de los paradigmas de las contradicciones de este país, pero ya lo comentaré en otra ocasión. Como decía, la información llega mal, y dentro se distorsiona aún más, porque es un país con mucha gente y, como decía Tommy Lee Jones en Men in Black, "el individuo es listo; la masa es débil y manejable" (aunque últimamente dudo también de la primera afirmación). Y menos mal que tengo internet, y puedo entrar a leer las noticias.

El segundo argumento para etiquetar a Estados Unidos de tercer mundo es la sensación de falsa calma. Aquí en Brooklyn, la gente va de un lado para otro. Hacen sus chanchullos, entran, salen, cogen el bus, llenan la compra innecesariamente en bolsas dobles (contaminando el doble) comen noodles, lavan sus coches... una vida normal. Pero ¿qué pasaría si esta enorme ciudad se viese en un estado de emergencia como el del huracán Katrina, cuando arrasó Nueva Orleans? El 11-S no es comparable a lo que me refiero. Otra vez: ¿qué pasaría si esta ciudad se viese sin proveedores de noodles, de agua para lavar sus coches, o de productos para meter en las bolsas dobles de plástico?

Este gobierno trata a sus ciudadanos de forma tercermundista. No querría entrar en la demagogia, pero me resulta inevitable no hacerlo, porque un gobierno que dedica ese presupuesto en armamento, recortando presupuesto social, no es un gobierno que yo considere desarrollado. El Katrina nos mostró imágenes que nadie podía pensar que vinieran de Estados Unidos. Simplemente, el gobierno no tenía fondos de emergencia social. Y me da un poco de pena que mucha gente ni siquiera lo sepa. Donuts y circo.

Sin embargo, también veo que ahora hay una mayor conciencia ecológica y social entre mucha gente joven. A veces es un poco ingenua, pero es un comienzo. Flipan viendo los folletos para aprender a distinguir una lata de una botella de cristal. Es cierto que esta ciudad no representa a Estados Unidos, ya que no importa de dónde vengas (si acaso cuánto tengas), pero la verdad es que mucha gente me cuenta injusticias de su propio país asumiendo su propia vergüenza.

Supongo que reaccionarán tarde, como siempre, y harán una guerra o algo para buscar culpables de la situación ecológica, pero el tema social lo veo más complicado, porque es una bola de nieve que se hace cada vez más grande. No sé si esa gente joven hará una revolución social o cambiarán de canal, que es lo que al final hacen; hasta entonces, seguirán siendo tercermundistas. Sin cursiva.


OLI I7O

martes, 3 de abril de 2007

Viernes de Dólares

El pasado viernes, coincidiendo con el inicio de la Semana Santa, entré a currar en una galería de arte en Chelsea. Fui con mi amigo Julio, que conozco desde hace apenas un mes, pero al que ya llamo amigo porque hace ilusión llenar la agenda de mi móvil (americano) con algún que otro nombre, y porque de verdad lo es.

Todo fue debido a un golpe de suerte. El martes de la semana pasada, iba caminando por la calle, y escucho que alguien me llama por mi nombre. Ni siquiera miro: "se referirán a otro". Ante la insistencia, me doy la vuelta, y allí estaba Julio, llamándome desde un restaurante. Y es que ya empiezo a encontrarme gente conocida por casualidad en Manhattan.

Me comenta que conoce una galería de arte donde podría echar una mano unos días. Así que, como tiene un rato, nos acercamos allá. Me presenta a Chris, que no es ni la presidenta, ni el director general, pero sabe más que ellos dos juntos. Es el típico señor que se encarga de organizar logística, cambiar una bombilla, manipular las obras de arte, y se conoce todos los secretos de ese enorme lugar. Es un tipo de cincuenta años, atlético, que aparenta veinte años menos (por su culto al cuerpo y su hora de natación diaria desde hace años) y de físico razonablemente parecido a Michael Stipe. Un buen tipo, además.

Así pues, me piden que venga el viernes para empezar de ayudante de Chris. El viernes voy allá y me paso el día haciendo cositas tales como barrer una esquina, pasar un trapo por las lejas de los libros, ayudarle con el cablerío de la inauguración del día siguiente... No sólo es un curro sencillo; además es bonito (trabajar entre óleos tiene su encanto), está muy bien pagado, y tiene un horario excepcional. Lástima que sea eventual, lo cual no me libra de buscar otra cosa. Pero sólo con currar tres días a la semana allí, me podría pagar mi vida en Nueva York, ahorrar algo, y tener cuatro días enteros para mí solito. Ya lo plantearé en su momento.

Sin embargo, la mayor satisfacción de este curro es la sensación de estar haciendo algo totalmente diferente a lo que hacía cuando estaba en Madrid. ¿Cómo podría pensar hace un par de meses, cuando estaba en la agencia, que curraría en una galería de arte de Chelsea? La felicidad es como un antiguo vendedor de enciclopedias a domicilio: cuando te llama a la puerta, ya estás pensando en qué excusa le pondrás para no escucharla. Pero una vez que la escuchas, te das cuenta de que tal vez lo que te ofrece merece la pena.


OLI I7O

domingo, 1 de abril de 2007

¡Pipas, chicles, cuerpo de Cristo!

El tema de las iglesias me apasiona. Las hay enormes, clandestinas, bonitas (las hay, sí), y está Riverside Church. No es lo gigantesca que es esta iglesia (como la catedral de Batman) lo que la hace distinta, sino lo que encontramos dentro.

Para poneros en situación (he aquí un síntoma de mi blogofrenia), resulta que hoy he entrado porque una amiga tenía entradas para un concierto de música antigua (con obras de Monteverdi, Palestrina y Gombert) en la susodicha iglesia. La frase anterior concentra la esencia de lo que quiero transmitir, ya que el mero hecho de pillar entradas para un concierto de música antigua en una iglesia es algo excepcional en prácticamente cualquier parte de España (y la iglesia estaba llena). El concierto, por cierto, ha estado normalito. Un cuarteto de coro que en algunos momentos tenía que echarme la mano al bolsillo porque pensaba que era el móvil el que sonaba. Pero no. Eran ellos cantando.

El caso es que en el intermedio hemos dado una vuelta por la iglesia, y hemos visto que, más que una iglesia, parecía un parque temático. Tiene sala de juntas, salón comedor, otra sala con un escenario, varias capillas, máquina de snacks... Qué escándalo, oye. No seguimos investigando, pero seguro que había gimnasio. No tenéis más que visitar su web y ver la columna izquierda, que tiene hasta tienda de souvenirs.

Sin embargo, al salir, me he encontrado con un lugar que me ha arrancado una sonrisa: "Tom's Restaurant", el lugar donde tantas veces Kramer, Elaine, George y Seinfeld se han rallado mientras comían. Este edificio incluso está modelado en Google Earth. Es lo que más me gusta de Nueva York, encontrarte con este tipo de sorpresillas. Que el tema de las iglesias me apasiona, pero también tengo que darle de comer a mi friki-mitomanía.


OLI I7O