martes, 26 de junio de 2007

Una vez

Cuando una película gana el Premio del Público en algún festival de cine, hay que estar atento. Y más aún si ese festival de cine es el de Sundance, cuyo público ha recorrido cientos de kilómetros hasta llegar a ese gélido pueblo de Utah, sólo para ver películas.

El último Premio del Público fue para Once, una película que, por fin, hoy he ido a ver. Es un curioso musical ambientado en Dublín, de ventanas a contraluz, patéticas sonrisas ladeadas, grano en la película, guantes sin dedos, bufandas que no abrigan, chaquetas raídas, corbatas mal puestas, ladrillos rojos, cenas con sobras del día anterior, silencios elocuentes, miradas tras los cristales, padres que fuman y paseos en pijama por la calle.

Poco quiero contar de la película, aunque no sé si se estrenará en España. Es algo más que una película romántica. Es una de esas películas que sólo se hacen una vez.

He ido a verla al Landmark Sunshine Cinema, en Houston Street, al pase de las once. Presiento que ese cine tiene las horas contadas si, como parece, la epidemia de cerrar cines que se ceba en España, tiene su igual en Estados Unidos. Es un cine donde ponen películas independientes, con un pase especial de madrugada, los viernes y los sábados, de algunas joyas que siempre apetece ver en cine, como Amelie, Regreso al Futuro, Cazafantasmas, Taxi Driver...
El cine en sí no tiene nada de especial. Escaleras de metal, baños señalizados, pilotos de luz delimitando el pasillo... Yo estaba sentado en las butacas, y pensaba en mi propia presencia en aquel rincón de Manhattan. ¿Qué diferenciaba esa presencia de cuando estaba sentado en la butaca del desaparecido Cine Luna de Madrid, hace unos años? ¿Qué distingue una presencia de otra? ¿En cuántas presencias podría llegar a desdoblarme a lo largo de mi vida? Si yo ahora tomase un avión hacia Botswana, por ejemplo, ¿podría por un instante engañarme y convencerme de que estoy en Brooklyn? Nosotros somos todas esas presencias, aunque cada una de ellas sólo se pueda vivir una vez.


OLI I7O

3 comentarios:

Camille dijo...

No había oído hablar de la película, pero coincido contigo en que el festival de Sundance nos ha dado muchos regalos. Será porque los verdaderos regalos en formato de cine nunca son muy comerciales, o al menos no aspiran a serlo. Me la apunto para cuando llegue.
El cine me ha parecido el típico cine de las pelis americanas de la infancia. La idea de cine americano que uno tiene de ver "cine", precisamente ;)

¿Qué distingue una presencia de otra?.
Pues yo creo que el espacio (escenario) y la compañía.La vida..

¿En cuántas presencias podría llegar a desdoblarme a lo largo de mi vida? . En las que tú quieras o puedas hasta que encuentres o te sientas en la que quieres seguir para siempre, o simplemente hasta que dejes de estar a gusto.

¿Si yo ahora tomase un avión hacia Botswana, por ejemplo, ¿podría por un instante engañarme y convencerme de que estoy en Brooklyn?.
Ya sabes que no. Por eso estás en Brooklyn y no en Bostwana. Y no te hace falta cerrar los ojos..ábrelos y disfruta :)

Guardagujas dijo...

Mmm... qué ganas de que me la traigan y poder verla... aunque mi presencia se defina tantas veces por una pequeña ausencia...

Eynar Oxartum dijo...

Esta peli significa mucho para mí. Mientras tú estabas en Nueva York, yo estaba en Dublín, y cuando la vi (ahí en Irlanda, con un vídeo alquilado en el Laser, o sea, el videoclub) reconocí muchos sitios y muchas características de la peli.

Por ejemplo, lo de los paseos en pijama por la calle. Es increíble, a las irlandesas les parece normalísimo ir al supermercado en pijama y zapatillas. Jóvenes y abuelas, da lo mismo. Hay hasta una canción que sacaban mucho en la radio de allí pitorreándose de esta costumbre, la puedes escuchar aquí.

Aunque lo que ya veo menos probable es que una no-irlandesa (como la protagonista, que se supone que es checa) vaya en pijama por la calle. Eso es algo que he visto entre los muy autóctonos.

La versión masculina de esta costumbre dublinesa es ir con la ropa del equipo de fútbol (o hurling), que no se lleva sólo en días de partido, sino en cualquier momento...

No sabía que la película fuera tan famosa fuera de Irlanda, pero lo cierto es que los actores son desde entonces muy populares ahí. Y se sigue viendo gente tocando la guitarra en Grafton Street (algo así como la calle Preciados, o Arenal). Y en pijama, también por Grafton Street.