miércoles, 9 de mayo de 2007

Cervantes o después... tenía que ir

Era inevitable. Tarde o temprano estaba destinado a ir al Instituto Cervantes en Nueva York. Ya empezaba a pasar demasiado tiempo en esta ciudad y aún tenía pendiente ir, porque el Instituto Cervantes es un referente en las comunidades españolas en Nueva York (aunque para mí lo es aún más La Nacional, el mítico bar español donde la única diferencia con España desde que entras es que allí se paga con dólares).

El motivo de mi visita al Cervantes fue la ponencia en el XVI Seminario de Literatura Infantil y Juvenil de Santiago García-Clairac, uno de los autores contemporáneos más importantes y con más proyección en este género, autor de libros como "El Ejército Negro" (la primera parte de una trilogía de fantasía medieval, un éxito de ventas absolutamente recomendable), "En un Lugar de Atocha", "El Libro Invisible" o "Maxi el Aventurero", todos publicados por Grupo SM.

El Instituto Cervantes (cuyo logo, por cierto, sólo he podido comprender una vez cruzado el charco) tiene una web que parece traducida con una mano en las teclas y la otra en el Collins. Sin embargo, a través de ella pude contactar con el coordinador del simposio, que desde que nos conocimos, me dio un trato especial y se encargó de que todo saliese a la perfección (salvo lo que no estaba en su mano, como la duración extra de algunos ponentes).

El Instituto Cervantes tiene un precioso patio interior, aislado del neoyorquinal ruido exterior de Lexington Avenue:
De todos los participantes, la ponencia de Santiago García-Clairac fue la mejor, de lejos. Fue el último en exponer, y se metió en el bolsillo a un público a esas alturas cansado, algo que no es de extrañar viniendo de alguien que ha sido uno de los mejores publicistas de España (hasta que decidió dedicarse a ser escritor). Fue una ponencia divertidísima, irónica, didáctica y concisa. Justo lo que el público necesitaba a esas alturas.
Después de la misma, nos dieron unas raciones que, nunca mejor dicho, venían racionadas dentro de un tupper individual, como el que aquí os pongo:

Sí. En todas las raciones había cuatro olivas; ni una más, ni una menos. Y el jamón, el lomo, el queso y la empanada estaban riquísimos. Le pregunté al jefe de catering si el jamón era español de verdad y me dijo que "fifty-fifty". No quise seguir preguntando.

Así fue mi primer contacto con el Instituto Cervantes. Y como diría mi abuela, otra cosa hecha.


OLI I7O

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Jajajaja, que bueno lo del tupper.

Desde luego las raciones eran completas... Escasas, pero completas :O

Por cierto, te he respondido al comentario que has dejado en mi blog, échale un ojo cuando tengas un rato ;)

Iván dijo...

Hola Oli!! Que blog mas chulo de verdad, me lo he leído entero y me ha encantado. Yo por desgracia estuve en Nueva York sólo como turista, ojalá pudiera ir otra vez a "vivirla" un poco, aunque desde luego es una ciudad que deja huella. Bueno, cuídate mucho y sigue regalándonos estos momentos "neoyorquinos", ya me iré pasando por aquí a ver que tal sigues. Un saludo!

Anónimo dijo...

Y... nos vas a explicar lo del logo??

Estoy intrigadísima...

Oli dijo...

El logo lo realizó el famoso diseñador Enric Satué. Aparte de la obvia "eñe" que se ve, la inicial vocación del instituto era unir ambos lados del Atlántico con el español como lengua común. Para mí, es un logotipo de esos "dinámicos", como puede ser el de Nike. Yo veo esos dos émbolos en forma de "T" y me los imagino atrayéndose inevitablemente como un imán.

Esta idea, que puede ser cierta o no, no la había tenido cuando miraba el logo en Madrid, así que creo que es un paso. Si alguien puede encontrar una explicación oficial, lo agradeceré mucho.

Gracias de antemano,


OLI I7O